Hace unos días trabajaba con Ana Villalobos (AETANA) en una sesión para ver el trabajo de Treza y era importante que viera nuestro trabajo; ya que conoció a Treza hace 8 meses recién había llegado a mi vida y ahora notó los avances en su entrenamiento.
La parte más importante del entrenamiento de Treza has ido que gane seguridad, un proceso que ha llevado 6 meses aproximadamente. A su vez, sometiéndola a una gran variedad de situaciones y estímulos distintos. Durante todo ese tiempo hemos creado un estrecho vínculo que se refleja en su comportamiento en las sesiones de trabajo con los niños.
En mi recorrido por una gran cantidad de terapias y corrientes de crecimiento humano he observado algo en común, lo que sana a un ser humano es un vínculo amoroso. Y desde mi punto de vista el resultado de una terapia o trabajo personal se traduce en una transformación en la manera de vincularse de la persona. Sanar vínculos heridos, establecer nuevos y cerrar otros es parte fundamental del aprendizaje de todo ser humano.
En el trabajo con un perro de terapia el vínculo que establezca su manejador, es crucial; ya que esa relación es lo que permitirá que el animal a su vez se vincule con el paciente. Siendo esta la pauta del trabajo terapéutico ya que se haya establecido la relación paciente-perro; entonces se podrá comenzar a trabajar hacia un objetivo específico.
Manejador vínculo amor Perro vínculo amor Paciente
Evidentemente es necesario además un nivel de entrenamiento del perro , pero me atrevería a decir que más importante que el entrenamiento es el vínculo. El adiestramiento puede lograrse con un buen entrenador pero para esa relación con el perro tan especial sólo el manejador puede establecerla. Se debe partir de una confianza absoluta en el perro por parte del manejador para dejarse guiar cuando detecta algo que el mismo manejador no ve. Para esa no hay receta, no hay fórmula y desde mi perspectiva es la base del resultado de la TAP.
No hay comentarios:
Publicar un comentario