JUAN tiene 3 años y autismo diagnosticado. En su primera sesión con Treza bastó menos de un minuto para que el volteara a verla y despertara su atención esa cosa grande peluda que está dentro del salón de terapias.
Su gesto fue de sorpresa y su primera reacción fue querer moverse de la silla en la que estaba, su terapeuta se encargo de tranquilizarlo y permaneció en su silla trabajando con unas piezas para hacer una torre.
Su gesto fue de sorpresa y su primera reacción fue querer moverse de la silla en la que estaba, su terapeuta se encargo de tranquilizarlo y permaneció en su silla trabajando con unas piezas para hacer una torre.
En coordinación con la terapeuta se puso a hacer la torre en el suelo y cuando la terminó llego Treza y la tiró con el hocico, el se río y se acerco a la perra queriéndola tocar pero sin animarse. Se paraba delante de ella y le sacaba la lengua imitando la respiración canina. Después emocionado regresaba a su asiento a seguir trabajando. Enseguida se acercó Treza en esta ocasión con una mochila donde estaban unas piezas que JUAN iba tomando de la mochila y metiéndolas en una alcancía pero entre ficha y ficha se reía, emocionaba, y hacía expresiones de alegría. Al sacar las primeras ficha cuando Treza volteaba su cabeza el movía su mano para que no lo tocara. En las últimas fichas el se dejaba lamer la mano por Treza . Al final de la sesión la cepilló y disfrutaba el contacto con la perra. Según su terapeuta que se reía al verlo contento, cuando JUAN trabaja suele ser serio y obsesivo con el material, no hay forma de sacarlo de su mundo. Fue muy satisfactorio ver que interactuaba con Treza y que realizó su terapia más relajado y contento.
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